Durante miles de años, los
astrónomos lucharon arduamente para responder preguntas básicas acerca del tamaño y de la edad del universo. ¿El
universo sigue por siempre o tiene un borde en algún lugar? ¿Existió siempre, o comenzó en algún momento,
en el pasado? En 1929, Edwin Hubble, un astrónomo del Caltech, realizó un
descubrimiento crucial que rápidamente trajo respuestas científicas para estas preguntas: él descubrió que el universo
está expandiéndose.
Los antiguos griegos reconocieron que era difícil imaginar cómo sería un universo infinito. Pero ellos también
percibieron que si el universo era finito y uno asoma la mano fuera del borde, ¿a dónde irá
a parar su mano? Los dos problemas de los griegos referentes al universo representan una paradoja: el
universo, sea tanto finito como infinito, presentaba problemas.
Luego de la aparición de la astronomía moderna,
otra paradoja comenzó a desafiar a los astrónomos. A comienzos del siglo
XIX, el astrónomo alemán Heinrich Olbers argumentó que el universo
debía ser finito. Si el universo fuese infinito y
si poseyese estrellas en toda su extensión, Olbers dijo, entonces si
se observa en cualquier dirección, su línea visual eventualmente
deberá ser interrumpida por la superficie de alguna estrella. A pesar de
que el tamaño aparente de una estrella, en el
cielo, se vuelve más pequeño a medida que la distancia a la estrella se
acrecienta, el brillo de esa pequeña superficie permanece constante. Por lo tanto, si el Universo fuese infinito, la superficie total
del cielo nocturno debería ser tan brillante cuanto una estrella, en particular. Obviamente, hay zonas oscuras en
el cielo, entonces el universo debe ser finito.
Pero, cuando Isaac Newton descubre la ley de
la gravedad, él percibe que la gravedad
es siempre atractiva. Cada objeto en el universo atrae a todos y cada uno
de los restantes objetos. Si el universo realmente fuese finito, las fuerzas de atracción de todos los objetos del universo
debería causar que el universo entero colapse sobre sí mismo. Esto, claramente no ocurre y, entonces,
los astrónomos se enfrentaban a una nueva paradoja.
Cuando Einstein desarrolla su teoría de la
gravedad en la teoría general de la relatividad, pensó que se
enfrentaba con el mismo problema con que se había enfrentado Newton: sus ecuaciones decían que el
universo debería estar expandiéndose o colapsando y, en cambio, él supuso que el universo
estaba estático. Su solución original contenía un término constante, llamado la constante cosmológica, el cual
cancelaba el efecto de la gravedad a gran escala y conducía a un
universo estático. Después del descubrimiento de Hubble de que el universo estaba en expansión,
Einstein llamó a la constante cosmológica su "mayor desatino".
Casi simultáneamente, se estaban construyendo
grandes telescopios que eran capaces de mediar, con gran
precisión, el espectro, o la intensidad de la luz en función de la longitud
de onda, de objetos débiles. Utilizando estos nuevos datos, los astrónomos
intentaron comprender la plétora de débiles objetos nebulosos que observaban. Entre 1912 y 1922, el
astrónomo Vesto Slipher, del Observatorio Lowell, en Arizona, descubrió que el
espectro de la luz proveniente de muchos de estos objetos estaba sistemáticamente desplazado a longitudes
de onda más largas o desplazado al rojo. Poco tiempo después, otros astrónomos
mostraron que estos objetos nebulosos eran galaxias distantes.
El descubrimiento de la expansión del Universo
Entretanto, otros físicos y matemáticos trabajando
sobre la teoría de la gravedad de Einstein, descubrieron que las ecuaciones tenían ciertas soluciones que describían un
universo expandiéndose. En estas soluciones, la luz que provenía de los objetos
distantes debía desplazarse al rojo, en la medida en que ella
viajaba a través del universo en expansión. El desplazamiento al rojo debería
incrementarse a medida que se incrementaba la distancia al objeto.
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Edwin Hubble |
En 1929, Edwin Hubble que trabajaba en los
Observatorios Carnegie Observatories de Pasadena, California,
midió el desplazamiento al rojo para numerosas galaxias distantes. Él también
midió sus distancias relativas, midiendo los brillos aparentes de una clase de estrellas variables
llamadas Cefeidas, en cada galaxia. Cuando graficó el desplazamiento al rojo frente a
la distancia relativa, encontró que el desplazamiento al rojo de las galaxias distantes se
incrementaba en función de su distancia, en forma lineal. La única explicación para esta observación era que
el Universo se estaba expandiendo.
Una vez que los científicos entendieron que el
Universo se estaba expandiendo, inmediatamente se dieron cuenta que debería haber sido más pequeño en el pasado. En algún
momento en el pasado, el universo completo debe haber sido un único punto. Ese punto,
más tarde llamado big bang, fue el comienzo del universo tal como lo entendemos hoy.
El universo en expansión es finito tanto en
tiempo como en espacio. La razón por la cual el universo no
colapsa, como las ecuaciones de Newton y de Einstein decían que debería ocurrir, es que
se está expandiendo desde el momento de su creación. El universo está en un estado de
cambio constante. La expansión del universo, una nueva idea basada en la física moderna, permitió
a los astrónomos superar las paradojas que los complicaron desde la antigüedad hasta los albores
del siglo XX.
Propiedades del Universo en expansión
Las ecuaciones del universo en expansión tienen tres soluciones posibles,
cada una de las cuales predice un destino diferente para el universo como un todo.
Cuál será el verdadero destino del universo será posible de ser determinado midiendo cuán
rápido se expande en relación con la cantidad de materia que contiene.
A los tres tipos posibles de universos
en expansión se los llama, respectivamente, universo abierto, plano o cerrado. Si el
universo fuese abierto, se expandiría para siempre. Si el universo fuese plano, también se
expandiría para siempre, pero la tasa de expansión se frenaría a cero
luego de transcurrido un tiempo infinito. Si, en cambio, el universo fuese cerrado, podría,
eventualmente, parar de expandirse y volver a colapsar sobre sí mismo, posiblemente dando
lugar a otra big bang. En los tres casos, la expansión frenaría, y la fuerza, que causa
el frenado, es la gravedad.
Una analogía simple para entender estos tres
tipos de universos es considerar una nave espacial lanzada desde la superficie de la Tierra. Si
la nave espacial no tiene suficiente velocidad para escapar a la gravedad terrestre, se caerá
nuevamente hacia la Tierra. Esto es análogo a un universo cerrado que vuelve a
colapsar. Si a la nave se le da la suficiente velocidad de modo que tenga la
suficiente energía para escapar, entonces, a una distancia infinita de la Tierra, se frenará (esto es
similar a lo que ocurre en un universo plano). Y, finalmente, si la nave es lanzada con
más energía de la necesaria para escapar, siempre tendrá algo de velocidad, incluso cuando esté a una distancia
infinita (análogo al universo abierto).
El destino del Universo
En
los últimos ochenta años, los astrónomos han realizado medidas cada
vez más precisas de dos importantes parámetros cosmológicos: Ho - la tasa
de expansión del universo - y w - la densidad media de materia en
el universo. El conocimiento de estos parámetros nos permitirá decidir cuál de los
tres modelos describe mejor al universo en que vivimos y, por lo tanto, cuál
será su destino final. El Sloan Digital Sky Survey, con sus grandes medidas sistemáticas
de la densidad de galaxias en el Universo, permitirá a los
astrónomos realizar la medida precisa del parámetro de densidad, w.
Los elementos pesados
Los astrónomos no sólo están interesados en el destino del universo, lo
están también en comprender su estado físico actual. Una pregunta que ellos tratan de responder
es por qué el universo está compuesto fundamentalmente por hidrógeno y helio y qué
es responsable por la relativamente baja concentración de elementos pesados.
Con el surgimientode la física nuclear en las
décadas de 1930 y 1940, los científicos comenzaron a intentar
explicar las abundancias de los elementos
pesados suponiendo que fueron sintetizados a partir del hidrógeno primigenio en el universo temprano.
A fines de la década de 1940, los físicos norteamericanos George Gamow, Robert
Herman y Ralph Alpher se dieron cuenta que, en el pasado distante, el universo
era mucho más caliente y denso. Ellos realizaron cálculos para mostrar que las reacciones nucleares
que tuvieron lugar, a esas temperaturas tan altas, podrían haber creado los elementos pesados.
Desgraciadamente, con excepción del helio, encontraron que era imposible
formar los elementos pesados en cantidad aprciable. Hoy, entendemos que los elementos
pesados fueron sintetizados, en cambio, en el corazón de las estrellas o durante una supernova, cuando una
gran estrella muriendo, implota.
Gamow, Herman, y Alpher percibieron que si el universo fuese más caliente, denso en
el pasado, la radiación del universo temprano debería aún permanecer. Esta radiación debería tener un espectro
bien definido (llamado espectro de cuerpo negro) que depende de su
temperatura. Como el universo se expande, el espectro de esta luz debería haber sido desplazado
al rojo a longitudes de onda mayores y, la temperatura, asociada al
espectro, debería haber decrecido en un factor de más de mil, a medida que el universo se enfriaba.
La radiación de fondo cósmico en microondas
En 1963, Arno Penzias y Robert
Wilson, dos científicos de Holmdale, New Jersey, estaban trabajando en el diseño de un satélite para medir
microondas. Cuando probaban la antena del satélite, encontraron microondas misteriosas que venían con igual intensidad,
de todas direcciones. Al comienzo, pensaron que algo de la antena estaba funcionando
mal. Pero luego de probar y controlar, se dieron cuenta que habían descubierto algo
real. Lo que ellos descubrieron fue la radiación que era la predicción realizada años
atrás por Gamow, Herman, y Alpher. La radiación que Penzias y Wilson descubrieron, llamada Radiación de Fondo
Cósmico de Microondas, convenció a muchos astrónomos que la teoría de
la big bang era correcta. Por el descubrimiento de la Radiación de Fondo Cósmico de Microondas,
Penzias y Wilson fueron laureados con el Premio Nobel de Física de 1978.
Después que Penzias y Wilson hallaran la Radiación de Fondo Cósmico de Microondas, los
astrofísicos comenzaron a estudiar cómo podían usar sus propiedades para investigar cómo era el universo
hace mucho tiempo. De acuerdo a la teoría de la
big bang, la radiación contenía información acerca de cómo la materia estaba distribuida hace
diez mil millones de años atrás, cuando el universo tenía sólo 500.000 años.
En aquel tiempo, las estrellas y las galaxias
aún no se habían formado. El
Universo consistía de una sopa caliente de electrones y núcleos atómicos. Estas
partículas colisionaban constantemente con los fotones que constituían la radiación de fondo que,
por entonces, tenía una temperatura de más de 3000°C.
Poco después, el universo se expandió lo
suficiente y, entonces, la radiación de fondo se enfrió lo suficiente
como para que los electrones pudieran combinarse con los núcleos para formar átomos. Como los átomos son
eléctricamente neutros, los fotones de la radiación de fondo no colisionaron más con ellos.
Cuando se formaron los primeros átomos, el
universo tuvo pequeñas variaciones de densidad. Lo que creció dentro de esas variaciones
de densidad, podemos verlo hoy: son las galaxias y los cúmulos. Esas variaciones de densidad
deberían llevar a pequeñas variaciones en la temperatura de la radiación de fondo y estas
variaciones deberían, aún hoy, poder ser detectadas. Los científicos pensaban que
tenían una inquietante posibilidad: midiendo las variaciones de temperatura de la Radiación de Fondo
Cósmico de Microondas, en diferentes regiones del cielo, deberían tener una medida
directa de las variaciones de densidad en el universo temprano, más de diez
mil millones de años atrás.
Variaciones de densidad en el Universo temprano
Mapa
del cielo realizado por el COBE. El mapa de más abajo muestra las variaciones de temperatura
de la radiación de fondo.
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En 1990, un satélite llamado Cosmic Microwave Background Explorer, COBE (Explorador del Fondo Cósmico de Microondas) midió
la temperatura de la radiación de fondo en todo el cielo. COBE encontró
variaciones que alcanzaban a cinco cienmilésimos, pero que revelaban las fluctuaciones, en densidad, en el
universo temprano.
Las variaciones en la densidad inicial
podrían ser las semillas de las
estructuras que debieron crecer a lo largo del tiempo para transformarse en las
galaxias, cúmulos de galaxias y supercúmulos de galaxias que son observados, hoy, por el Sloan
Digital Sky Survey. Con los datos del Sloan, junto con los datos del COBE, los
astrónomos serán capaces de reconstruir la evolución de la estructura del universo, en los últimos 10 a
15 mil millones de años. Con esta información, tendremos un profundo conocimiento de la historia del universo que será un
increíble logro científico e intelectual.
Midiendo la evolución de la variaciones de densidad, en el
universo, aún no habremos respondido a la más importante cuestión: ¿por qué el universo contiene
estas diferencias de densidad? Para responder a esta pregunta, los astrónomos y los
astrofísicos deben entender la naturaleza de las variaciones de densidad y construir teorías
del origen del universo que puedan predecir cómo deben ocurrir estas variaciones.
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